Dejando Huella (IV):

En este cuarto número contamos con tres trabajos emocionantes y poderosos que han dejado huella. Kali Carreño (Florida State University), Ashley Diaz (University of California Riverside) y Severo S. Alvarado (Texas Tech University) son los protagonistas de esta edicion y han querido compartir con nosotrxs parte de sus trabajos. 


Ashley Nicole Diaz 

Ashley es una Poeta Xicanx Cachanilla, 1era Generación, titulada en Literatura en Español, Educación, y Psicología en la Universidad de California, Riverside; sin embargo, creció en las ciudades fronterizas de Mexicali B.C. y Calexico, CA. Sus poemas están centrados en las interseciones de sus identidades, historias/recuerdos de su familia, sus comunidades, y su crecimiento como persona. Algunos de sus pasatiempos favoritos son leer, tomar cafecito con sus abuelos, y pasar tiempo con sus gatos.


Kali Carreño 

Kali, a partir de su clase de español básico para estudiantes bilingües de herencia, ha trabajado con una de las organizaciones de su comunidad Tallahassee, creando un vídeo promocional en español que ayude a dicha organización a difundir sus causas a toda esa comunidad de habla hispana. Kali ha decidido colaborar con Bess the Book Bus dejando este vídeo útil y necesario que puede ser de inspiración para otros estudiantes. 





Severo S. Alvarado

Born in Mexico, Severo immigrated with his family to the United States of America in 1963.  He lived in Arizona one year and moved to Texas where he has lived in the panhandle and south plains since 1964.  Lubbock, Texas has been his home since 1975 where he attended Texas Tech University and attained a bachelor’s and a master’s degree.

Severo has worked as a farm laborer, as a draftsman for an architectural firm and as a senior design draftsman for 3 engineering firms.  After 25 years, he retired from public education as a classroom teacher and school administrator.  In 2016 Severo became a licensed professional building inspector and worked six years as the director of facilities for the Diocese of Lubbock.

Severo lives with his wife of 36 years and enjoys writing, nature walks, church ministry, and delving into spiritual inspirational writings.  He hopes to have a published book by 2023.





Raíces en dos países 

 

 

Por Juárez, El Paso, por allí pasamos. 

 

Para el norte, según él, mi padre decía. 

 

Raíces arrancadas de mi tierra, ¡Para donde vamos! 

 

Corazón derrotado, cabizbaja, alma mía, así venia. 

 

 

 

¿Qué pensar? ¿Qué esperar? ¿Qué vida nos esperaba al horizonte? 

 

Familia y amigos dejamos por ciempiés, víboras, coyotes, y dolores. 

 

Grande ciudad dejamos, por un jacal en el monte. 

 

Que jais de vida esta, que según inundada de dólares. 

 

 

 

Niño era aquel entonces; de diez, manejaba tractores y coches. 

 

Me inscribieron en kínder, yo ya dividía, multiplicaba, escribía, y leía. 

 

Pero el inglés no lo sabía, a nadie entendía, y lloraba por las noches. 

 

Solo entre los huisaches salía, solo la naturaleza me entendía. 

 

 

 

Con que tristezas, humillaciones, frustración, y depresiones luché. 

 

La soledad, nostalgia, y la desesperación a mi corazón pateaban. 

 

Gracias a Dios; fue mi fuerza, mi coraje, mi compañero dulce. 

 

Él estuvo a mi lado cuando las olas negras de la vida me arrastraban. 

 

 

 

 

 

 

 

Compañeros de la escuela ignoraban mi persona, mi modo de ser. 

 

Conversaban tan a gusto y jugaban todos, yo al lado los veía como mudo. 

 

Del otro lado éramos poquitos, y aun así éramos distintos, ¿Qué hacer? 

 

De vez en cuando nos hacíamos bola, pero con el corazón en nudo. 

 

 

 

 

 

¿Comunicación? ¿Cuál? ¡Solo en casa nos entendíamos bien! 

 

Donde quiera nos faltaban las palabras y platicábamos a señales. 

 

Pelando los ojos, tartamudeando, y señalando nos entendía, ¿Quién? 

 

Nosotros con los güeros y los güeros con nosotros, no éramos iguales. 

 

 

 

Bueno para nada—creía que decían aquellas las gentes. 

 

Las miradas, las risas, quizás hasta me juzgaban y criticaban. 

 

Que se yo, si no entendía nada, menos leer sus mentes. 

 

Entre mí, el socorro encontraba, allí esos pensamientos no me molestaban. 

 

 

 

English, English—me decían; ¡Como truenos lo podía! 

 

Si lo pudiera, con gran gusto y a gritos a la cara se los decía. 

 

¡Apenas “yes ser”, “no ser”, y “yes mem”, y “tenk yu” me salía! 

 

Con “Spanish, Spanish”, hasta los sones de mi tierra cantaría. 

 

 

 

Despreciado en el recreo, aislado en el salón; sin atención o comunicación. 

 

Leproso me sentía, esperaba a Cristo, su milagro me sanara. 

 

Qué diablos hacía, en este indiferente lugar sin misericordia y compasión. 

 

Mejor una daga al corazón, y así ya no dar la cara a esta gente rara. 

 

 

 

Que a eso se le llama perjuicio, descubrí después. 

 

No sé, creo que lo experimentaron mi corazón y mi alma. 

 

Por ser parte de esta nueva vida, me esforcé, pues. 

 

Yo solo quería participar, convivir, y vivir con calma. 

 

 

 

Inepto, menso me sentía, la lengua del inglés me trababa. 

 

Hablar inglés ansiaba, para disfrutar con los demás. 

 

Frustrado y sin remedio, ponía oreja a ver que se me pegaba. 

 

¡Con esfuerzo, tiempo, y ganas, no me quedo mudo, jamás! 

 

 

 

Las tortillas, el café, y los frijoles, ¡Que delicia y sabrosura! 

 

La chicken pot pie, el elote en crema, brócoli, comida de la cafetería. 

 

Por más que quería comer de aquello, no me entraba; iba dar a la basura. 

 

Se me enojaban las maestras, pero para mí era más que porquería. 

 

 

 

 

 

 

 

¡No hay mejor lonche que los tacos de huevo con frijoles! 

 

Lo malo que los compañeros de escuela, de ello se burlaban. 

 

Como un tacuache me escondía comiendo de la bolsa, de aquellos mirones. 

 

Con vergüenza disfrutaba mis tacos, pero si dolía cuando se carcajeaban. 

 

 

 

¿Y los antojitos de la calle y mercado en mi tierra pasada? 

 

¡Las gorditas, dulces, pan, carnitas, vasos de fruta, y los chicharrones! 

 

Aquí solo los hamburgers, hot dogs, los chips, y la comida enlatada. 

 

Si, también las tunas, tacos de hígado, y las aguas en garrafones. 

 

 

 

De mis queridos familiares, a menudo en ellos meditando. 

 

Ansiaba por verlos, convivir, y recibir el cariño de ellos. 

 

Pero la realidad que me rodeaba borraba lo que estaba pensando. 

 

Poco a poco mi corazón ahogaba esa luz de aquellos. 

 

 

 

¡Al otro lado, eran divertidos los fines de semana! 

 

Sábado el baño, la visita a los abuelos, y catecismo. 

 

Domingo iglesia, rico chocolate, pan dulce, al cine, y a la cama. 

 

Al fin se quedaba uno satisfecho y contento con sí mismo. 

 

 

 

Acá en el norte, los fines de semana eran trabajosos y duros. 

 

Sábados al solazo a trabajar al azadón, al baño, y a la cama. 

 

Si no el azadón, al tractor, vuelta y vuelta trabajando como burros. 

 

Domingo la iglesia, componiendo, arreglando cosas sin calma. 

 

 

 

¿Qué había que esperar, si no era trabajo y más trabajo?  

 

¿Qué de mis sueños y visiones del futuro? 

 

¿Como iba a lograr al triunfo, a las nubes desde abajo? 

 

 Conversación de esto en mi casa, ninguna, ¡Estaba duro!  

 

 

 

Con el tiempo, hablaba inglés; marchaba bien en la escuela. 

 

Mi corazón se fue cicatrizando, fui avanzando, asimilándome. 

 

Las memorias del pasado se quedaban al otro lado con mi abuela. 

 

Mi alma deseaba algo más de mí, un día a la vez animándome. 

 

 

 

Compañeros ya tenía a montón, y me divertía lo más que podía. 

 

Con el inglés, ya nadie se atrevía a ganarme la conversación. 

 

Recién venidos del otro lado, su compañero de escuela era yo durante el día. 

 

Relacionar con ellos yo podía, comprendía su sufrimiento y su corazón. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Rápido paso el tiempo; mi niñez, mi adolescencia se fueron con el pasado. 

 

Lo adulto se me puso encima pronto; maduro me le eche al futuro con ganas. 

 

De la prepa salí del bachiller, de allí la maestría, quien lo fuera pensado. 

 

De las tierras de los surcos con el azadón, resucito este tipo de las garras. 

 

 

 

Profesor y director de primaria, la mano les di a la gente del otro lado. 

 

Ellos venían al mar de los dólares para mejorar sus vidas, lograr sus pasiones. 

 

Encontraron un mar de dolores y sacrificios; sin honor, un futuro trabado. 

 

En mi confiaban sin dudarlo, través mis ojos, veían en mi corazón las lesiones. 

 

 

 

Nunca olvidare el pasado, los sufrimientos, dolores, sacrificios, y fracasos. 

 

Estos encaminaron a mi alma, como un fiel amigo formando mi vida. 

 

Mis raíces que fueron arrancadas, con tiempo revivieron dándole fruto a mis pasos. 

 

Mis seres queridos en mi corazón viven, ellos me proveyeron el amor como comida. 

 

 

 

Ahora, paseando el mundo entero y escribiendo me la paso, viejo jubilado. 

 

Vez en cuando, uno del otro lado se me topa y platicamos sin cesar. 

 

Recorremos aventuras de la vida, carcajeamos, y recordamos el pasado. 

 

Luego cada uno a su casa, lentamente nos vamos, pero sin pesar. 

 

 

 

Por mi vida, a Dios gracias, y por su santa gracia y voluntad. 

 

Sin Él podía haber sido enterrado bajo los surcos del algodón. 

 

Él quiso hacerme bilingüe porque vio en el futuro la necesidad. 

 

En dos mundos me dio la vida, este Dios que reside en mi corazón. 

 

 

 

A su paisano ayudar, el también merece misericordia y compasión. 

 

Al orgullo, no lo dejen ganar, hay que darles con humildad. 

 

La mano estrechar, nuestros esfuerzos lanzar con pasión. 

 

Ninguno por la sociedad dejar fracasar, luchar por la igualdad. 

 

 

 

De dónde vienen, no se les olvide, ni de donde van. 

 

Sus raíces por sus venas van corriendo, sin parar. 

 

En su alma siempre tengan engravado quien les da el Pan. 

 

Por el amor a Dios, vivan su gran vida hasta al pie del Altar. 





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